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El último autógrafo de John Lennon

Howard Cosell, un comentarista deportivo, anunció el asesinato durante el partido de futbol americano, entre los Patriotas de Nueva Inglaterra y los Delfines de Miami: “Una inexpresable tragedia nos fue confirmada por ABC News en la ciudad de Nueva York: John Lennon, afuera de su edificio en el West Side de Nueva York, el más famoso, quizá, de The Beatles, fue disparado dos veces en la espalda, y murió al llegar Hospital Roosevelt”.

Era el 8 de diciembre de 1980.

Mark David Chapman trabajaba como guardia de seguridad en Hawai. Desde allí tuvo que volar hasta Nueva York, ciudad donde residía el Beatle. Para ello, pidió un préstamo a su suegro de 50 mil dólares.

El ataque se alargó unos meses porque en octubre o noviembre tuvo muchas dificultades para conseguir balas de calibre 38. Un amigo suyo que tenía en Atlanta y que era policía le permitió conseguirlas finalmente en diciembre. Lo convenció afirmando que en Nueva York iba a necesitar protección.

Una vez que Chapman ya tenía sus herramientas para matar a Lennon, comentó: “Estas son potentes, hacen unos agujeros redondos, son especiales”.

A su regreso a Nueva York, se metió en un cine, llamó a su mujer y le dijo la verdadera razón por la que estaba en la ciudad de los rascacielos.

“Llamé a mi esposa a Hawai y, por primera vez, le dije lo que yo iba a hacer, yo estaba llorando. Pensé en la vida y pensé en mi abuela. Y le dije, ‘Tu amor me ha salvado. Estoy yendo a casa. Y ella me pidió que regresara a casa. En ese momento, abandoné todos los planes y pensaba tirar el arma en el río y ese tipo de cosas, regresar a casa y que todo iba a estar bien. Pero no lo hice”, manifestó y el resto de la historia ya se sabe.

“Pensaba en convertirme en famoso, en cambio me transformé sólo en un asesino”, aseguró tanto tiempo después.

A 38 años de la muerte de John Lennon, continúan vivas las especulaciones sobre lo que habría sido o habría podido ser si él no hubiera muerto aquel 8 de diciembre de 1980. ¿Seguirían hoy The Beatles? Muchos nostálgicos siguen imaginando y soñando. Cuentan en Liverpool que, una semana antes de morir, John llamó a Tía Mimi y le dijo: “Ya está. Pronto volveré a casa. Y todo volverá a ser como siempre.”