El Librero de Margo Glantz

Es un estudio-biblioteca que la escritora y viajera mexicana Margo Glant mandó construir en la azotea de su casa. Aquí pasa buena parte del tiempo: de 10 de la mañana a 3 de la tarde, todos los días. Tiene un sillón para recostarse. Ha publicado, entre otros libros, Las genealogías (1984), Síndrome de naufragios (1984), El rastro (2002), y Saña (2008). Ha sido becaria de las fundaciones Guggenheim y Rockefeller. Su más reciente libro se titula Por breve herida, editado por Sexto Piso. Esto fue lo que nos contó sobre su librero.

¿Cuántos libros tienes?
No sé, porque tengo tres bibliotecas: este cuarto, el de abajo y uno más. Y lo tengo todo en doble y hasta en tercera fila, así que no sé realmente. Los he ido coleccionando a lo largo de mi vida.

¿Cuál es el libro más viejo?
Tengo algunos que heredé de mi padre, uno de Shakespeare, Calderón, García Lorca, algo de Lope, el Quijote y otro que no encuentro, una antología de poesía que empezaba con Safo y terminaba con Leopardi.

¿Cuál es tu favorito?
Va dependiendo de la época. En una fue Proust, En búsqueda del tiempo perdido; en otra, El príncipe idiota, de Dostoievski; también Borges, durante una época no podía escribir si antes no leía algo de él; Roland Barthes, Ensayos críticos, Fragmentos de un discurso amoroso; mucho Walter Benjamin, Calle de dirección única; últimamente leo a David Markson, a Lydia Davis, a George Perec y a Sebald.

¿Qué libro no has leído aún?
Durante un tiempo tuve dificultades para leer El Quijote por problemas de adolescencia. Me daba vergüenza no haberlo leído completo en una época, entre los quince y dieciocho años. Ése fue mi pecado máximo.

¿Qué libro te hace falta?
Muchísimos. Últimamente han salido muchos autores que me gustaría poder leer y que creo que no tendré tiempo de leerlos.

¿Cuál es la joya de la corona del librero?
Yo prestaba muchos y me han robado muchos. A mi hija le presté una edición de Alfaguara dirigida por Pedro Salinas, una traducción de Calle de dirección única, de Walter Benjamin, y lo perdió, consiguió una copia, la encuadernó pero no es aquel que yo tenía. No es que fuera un libro físicamente bello, sino intelectual y poéticamente. No regalaría nunca mi Proust, En busca del tiempo perdido, que compré cuando tenía veintisiete años y era como mi biblia.

¿Qué libro has regalado?
Los míos. Quiero regalar el de Lucia Berlín; regalo muchos libros de Sergio Pitol y Bellatin. A mi hermana le regalo los libros que leo, como la única novela de Lydia Davis.

¿Qué autor se repite más veces en el librero?
Tengo muchísimos libros de Borges; me han robado muchas de sus primeras ediciones. Robert Arlt, Felisberto Hernández, Dostoievski, Alejandro Dumas, Julio Verne.

¿Cuál es el más nuevo?
Son dos: el de los cuentos de Lucia Berlín que compré en Nueva York y otro de Philip Roth que se llama Indignation; algunos que me han regalado de Sexto Piso, uno con los dibujos de Kafka y otro de Rubén Gallo dedicado a Proust.

¿Cuál libro no has regresado? (es decir, que no es tuyo).
Uno de Roland Barthes que me robé de una casa: El sistema de la moda, de la época más estructuralista de él, la que menos me gusta, pero ahí lo tengo. Creo que quien lo compró nunca lo leyó. Además, no me interesa el libro.

MasCultura 14-nov-2016