Tan cerca de Penny; tan lejos de Sheldon Cooper: LA NATURALEZA DEL ESPACIO Y EL TIEMPO

No hace mucho que nuestro único contacto con la ciencia proviene del sitcom The Big Bang Theory. El maniático y engreído Sheldon Cooper resulta tan fascinante que atrae a la mayoría de los espectadores; pero, verdad cruel, en materia de ciencia estamos más cerca de la adorable, aunque poco instruida rubia, Penny.

En la década de 1990 Stephen Hawking y Roger Penrose sostuvieron un debate que nos llega como "La naturaleza del espacio y el tiempo". El título y la magnitud de los científicos involucrados resultan tan atractivos que es imposible resistirse a su lectura. El universo y sus desconocidas leyes han cautivado la curiosidad humana desde el origen de su historia, produciendo una excepcional muestra del intelecto: la ciencia ficción.

Sin embargo, y a pesar de que Hawking abre su participación presuponiendo un conocimiento básico de la relatividad general y la teoría cuántica en su audiencia, poco tardamos en admitir que las propuestas de estos gigantes de la ciencia exigen más que nociones básicas. A menos que sepamos descifrar expresiones como Z = Σ exp (–βEn) = exp (–β2/16π), estamos perdidos.

Este es un libro que especialistas en la materia disfrutarán más que un lector común, sencillamente por su mayor comprensión del lenguaje científico. Una primera reflexión nos hace lamentar la parcelación del conocimiento en los actuales sistemas educativos, productores de saberes cercenados, incompletos, que limitan el placer de conocer y comprender.

Recurrí, confieso, al P.H.D. Adrien Bouhon en Suiza para consultarle aspectos que me intrigaban tras la lectura: ¿por qué el gato de Schrödinger podía estar vivo y muerto simultáneamente? ¿Se ha alcanzado a medir la singularidad final de un agujero negro? Dudas vergonzosamente elementales a las que respondió con generoso entusiasmo, compartiendo conocimiento y amistad. Pero, ¿quién tiene su propio científico de cabecera?

De las alternadas participaciones de Hawking y Penrose podemos extraer bellos ejemplos del imaginativo proceder científico; los experimentos mentales comparten con la poesía una capacidad humana única: la ilimitación del pensamiento. Obviando las divergencias, sus reflexiones nos enseñan que aun cuando no sepamos cómo funciona el Universo, podemos imaginarlo. Así, las predicciones científicas son un acto creativo. Pueden o no tener confirmación, pero cautivan la inteligencia. Saber –como dice Hawking– que el universo es constante, uniforme, y que nuestra galaxia, la Tierra y la vida que la distingue son una anomalía en esa regularidad, es tremendamente inspirador. Lo mismo leer que en, el momento del big bang, un poco más o un poco menos en la velocidad de expansión ¬–una nada cuantitativamente¬– y la vida no habría sido posible.

La ciencia –como la poesía– no debería sernos lejana; quien piense que es territorio de iniciados peca de indolencia y egoísmo. No se trata de banalizar el conocimiento, sino de reivindicarnos el derecho a contar con maestros interesados en transmitir el saber y en discutir ideas, como Hawking y Penrose en este libro. Es bueno, pero no debería ser así solamente, que la cultura pop constituya nuestra principal referencia. The Big Bang Theory vuelve a darme una pauta: gracias a la explicación que Sheldon hace del principio antrópico (6×01) pude seguir por varias páginas la discusión de estas cumbres de la inteligencia, sí, pero también de la imaginación.

Por: Paola Velasco

Imagen: Portada del libro "La naturaleza del espacio y el tiempo", de Stephen Hawking y Roger Penrose.
Mascultura18-Jul-13